Mi Padre fue mi refugio, mi protector, mi ángel de la guarda.
Más tarde fue mi compañero, amigo fiel e incondicional, mi guía, consejero, abogado y mi paño
de lágrimas. Su amor y presencia, nunca me faltaron fue un ejemplo de sencillez,
de modestia y de respeto hacia mi madre y hacia mí.
Siempre pensando en trabajar y yo no entendía el porqué. Era muy pequeño para entender,
lo dura que era la vida para él. Siempre preocupado por mí y parece que no se preocupó
mucho por él, porque la muerte se lo llevó antes de tiempo.
Mi Padre no me dejó nada cuando se fue, porque no tenía nada. Pero le agradezco todo
lo que me enseñó y las cosas que me inculcó, como el respeto, la generosidad
y la grandeza de la familia
Le agradezco mucho su presencia en mi niñez, apoyándome en todo contra viento y mareas.
Más de lo que mi Padre me dejó, no puedo pedírselo a la vida. Hoy que ya no está
conmigo, solo queda su recuerdo que guardo en lo más profundo.
Hoy es que comprendo que no es nada fácil ser Padre y es cuando de verdad valoro,
cuan afortunado yo fui, de tener un Padre así. Por eso creo que el mejor homenaje
que le puedo rendir, es ser con mis hijos como él lo fue conmigo.
Gracias Padre querido, tu recuerdo me acompaña y nunca te olvido.